La promulgación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus (1) en noviembre del año pasado ha dado frutos más que satisfactorios. Si bien en un principio la Constitución estaba orientada a las parroquias anglicanas inglesas y de otras naciones del Commonwealth que sostienen la Iglesia cismática de Inglaterra, pronto se ha ido extendiendo a otras áreas insospechadas o al menos no directamente vinculadas a la Comunión Anglicana.
(1) La Constitución Apostólica en castellano:
A mi parecer es un hecho concreto que ha demostrado cuál es el genuino objetivo y alcance de la política ecuménica que se ha venido desarrollado desde la mayor apertura al diálogo interreligioso llevada a cabo tras el Concilio Vaticano II y que ha sido criticada por diversos sectores (con mayor o menor razón).
Como ha predicado brillantemente el Santo Padre sobre la llamada "hermenéutica de la continuidad" que lleva adelante contra viento y marea (que muchas veces parece que hasta viene desde la propia barca), la importancia de la unidad de los cristianos finalmente comienza a dar frutos concretos, sin con esto querer desmerecer necesariamente las actitudes positivas dadas en este área por S.S. Beato Juan Pablo II y reconocidas a nivel mundial.
Por supuesto, no es lo mismo hablar de diálogo con otras religiones que con los ahora llamados "hermanos menores", es decir, los herederos de los cismáticos herejes y apóstatas de la "Reforma". En otras palabras, no es lo mismo hablar con un luterano que con un hinduísta. Sin embargo, a pesar de que los luteranos están doctrinalmente muchísimo más cerca de los católicos (que los hinduístas, claro), no por ello el diálogo ecuménico se torna más sencillo o más comprometido. Para nada. De todas maneras los fenómenos que se han venido desarrollando a partir de esta Constitución, que permite la erección de ordinariatos particulares, nos muestran una posición de humildad y aceptación sin precedentes en las últimas décadas.
Cuando veíamos que a lo único que llegábamos era a hacer una "oración interreligiosa" con budistas en una iglesia en Asís, llega esta nuevo frente de batalla evangelizador y unificador. Evidentemente todo el proceso ha venido gestándose durante tiempo y no ha sido de un día para el otro. Ha incluido toda clase de colaboradores y gente dedicada especialmente a esta nueva tarea que ha culminado por la gracia de Dios en una forma material, concisa y esperanzadora. Quizás las circunstancias de estos tiempos han ayudado a aclarar las diferencias y a re-analizar de dónde emana la Verdad. Sabemos por experiencia que en el caso de los anglicanos se vieron de alguna manera conducidos a los brazos fraternales de la Santa Madre Iglesia al ver los frutos de cisma y herejía en que había caído su "Iglesia nacional". "Ordenación" de mujeres, bendición de matrimonios homosexuales, ordenación de sacerdotes abiertamente homosexuales, "ordenación" de mujeres al episcopado, y otras tantas aberraciones. Francamente demuestran dónde está la Verdad y dónde no; sólo es cuestión de observar, ser humilde y querer abrazar fervientemente la única y salvadora Verdad.
Las conversiones masivas de más de medio millón de anglicanos, sumados a más de un millar de clérigos y cuatro obispos de aquella "Iglesia" dieron la vuelta al mundo en todos los medios de comunicación. Se habló del tema de los sacerdotes anglicanos que estaban casados, del celibato, etc. El tema dio para hablar de toda clase de cosas. Esta re-inserción de anglicanos de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y diversos países de África, Asia y minorías de los países de Oriente Medio nos dan una pauta de voluntad que se ha visto realmente poco en los últimos tiempos (incluyendo aquí los ánimos poco optimistas de cierta sociedad sacerdotal).
Pero un punto también realmente interesante es el efecto "dominó" que se ha producido por obra y gracia de Dios en otras comunidades protestantes que quieren seguir los pasos de sus antiguos camaradas. Entre ellas podemos encontrar ya dos comunidades episcopalianas (un equivalente estadounidense del anglicanismo) en Baltimore y Maryland. Pero incluso ahora la llamada "Iglesica Católica Anglo-Luterana" (ALCC por sus siglas en inglés) propone en forma entusiasta y seria su incorporación a la Iglesia católica. Su Metropolita, el arzobispo Gladfelter dijo que la Reforma fue un "trágico error de proporciones épicas que nunca debió suceder". Vemos entonces que las posiciones de tal Iglesia son reales y firmes.
Estos tiempos modernistas se caracterizan indudablemente por su capacidad destructiva de relativizar todo. El bien y el mal (si es que el mal todavía existe para la sociedad moderna), lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo inmoral. La presencia de Cristo y sus enseñanzas luchan efectiva y concretamente contra esta tiranía del pecado; es natural entonces que quienes comprenden el verdadero mensaje de Jesucristo busquen la Verdad y quieran vivir a través de ella en el real Cuerpo Místico de Nuestro Señor.
Oremos entonces especialmente en estos tiempos para la conversión de los paganos y de los separados, para que todos seamos fieles hijos de Dios Padre, reunidos en fraternidad en su Santa Iglesia, glorificándolo por siempre. Oremos también por el Santo Padre, para que su labor de unidad que lleva adelante tan eficazmente continúe inundado de la Gracia del Espíritu Santo y nos otorgue sus frutos como éstos.
Adveniat Regnum tuum!
Adveniat Regnum tuum!
Coincido absolutamente en todo.
ResponderBorrarOremos por el Santo Padre. Y mis oraciones personales con Ud.
Pax et Bonum!
Ricardo