Tomo este artículo de blog
"La Puerta de Damasco" del R.P. Guillermo Juan Morado, que escribe para la Agencia de noticias católicas
InfoCatólica. Me ha parecido muy interesante dado que plantea algunas cuestiones referentes a la FSSPX que muchos nos preguntamos; y a pesar de que el artículo no nos provee de respuestas afines -porque de hecho no las hay, más que especulaciones- sí nos da una idea del futuro que se abriría ante nosotros.
Algunas preguntas sobre la FSSPX
Estamos a la espera de lo que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X conteste a la oferta del papa Benedicto XVI. Han de suscribir, parece, un preámbulo doctrinal y han de llegar a un acuerdo sobre su regularización canónica.
Sobre este tema surgen, inevitablemente,esperanzas, dudas y también preguntas. No creo que hacerme eco de alguna de algunas de ellas interfiera negativamente en un proceso de unión que, de llegar a término, sería muy bueno para la FSSPX y también para el conjunto de la Iglesia.
Surgen esperanzas. Mons. Lefebvre y sus seguidores no han querido nunca dejar de formar parte de la Iglesia. Han querido y quieren ser miembros de la Iglesia Católica. La misma excomunión que se produjo en su día, por ordenar obispos sin mandato pontificio, no les ha llevado – a él y a los obispos consagrados – a elegir a otro papa ni a declarar vacante la sede de Pedro.
El mero hecho de que la FSSPX mantenga un contacto permanente con el Vaticano habla en el mismo sentido. Hay, sin duda, por ambas partes, un deseo y una voluntad de cerrar una herida que no beneficia en nada a la Fraternidad y que tampoco es buena para el conjunto de la Iglesia.
Surgen dudas. En cierto modo las mismas que, desde el comienzo, han acompañado esa andadura. Si yo no estoy mal informado, que puedo estarlo en este asunto, a Mons. Lefebvre le preocupaban, sobre todo, tres cosas: preservar la Misa de San Pío V, preservar la concepción que él tenía del sacerdocio católico y garantizar la continuidad de la Tradición.
El problema de la Misa está ya resuelto. No únicamente para los que formen parte de la Fraternidad sino para todos, más allá de las dificultades que pueda haber en la práctica. No solo el modo de celebrar la Misa, sino toda la liturgia vigente antes de la aprobación de los nuevos libros litúrgicos es ya – con pequeños matices - un derecho de todo fiel.
¿El sacerdocio? Si la FSSPX obtiene un reconocimiento canónico, no entramos ahora en cuál pueda ser, podrá ordenar a nuevos sacerdotes y podrá formarlos, más o menos, como ha venido haciéndolo hasta ahora.
¿La Tradición? Es probable que se le permita a la Fraternidad hacer una interpretación del concilio Vaticano II y del magisterio posterior que incida, sobre todo, en la continuidad con el magisterio precedente y que cuestione, si es el caso, las formulaciones más recientes. Es decir, que plantee si hay puntos menos claros o modos más adecuados de exponer la doctrina católica.
Hasta ahí, parece tolerable, si hay buena voluntad, que no debemos pensar que vaya a faltar. Pero yo tengo algunas preguntas en relación a cómo la FSSPX nos va a considerar en adelante al resto de los católicos. Sobre la Misa, ¿seremos sospechosos los sacerdotes que, de modo habitual, celebremos con el misal de Pablo VI o administremos los sacramentos según los libros litúrgicos reformados?
¿Habrá alguna duda sobre el carácter auténtico, y por tanto tradicional, del sacerdocio que hemos recibido quienes nos hemos ordenado después del concilio Vaticano II? ¿Podrán convivir, sin problemas, ellos y nosotros?
Y sobre la Tradición. Vale que presenten propuestas alternativas, que sugieran aclaraciones. Pero si un sacerdote, o un fiel católico no ordenado, defiende, en sus justos términos, el ecumenismo; se muestra dispuesto, sin renunciar a la verdad de la fe, a reconocer lo que de verdad puedan tener otras religiones; o, sencillamente, cree que el concilio Vaticano II - que no ha pretendido definir ningún dogma- es, sin embargo, un ejercicio del magisterio de la Iglesia, pues busca guiar hacia la comprensión de los misterios de la salvación, indicando los medios de la acción pastoral y tratando de aplicar de modo espiritual y vital el mensaje de la fe… ¿será reconocido por los miembros de la FSSPX como un fiel católico o no?
Lo prudente será dejar tiempo al tiempo. Dios dirá. Y nosotros también, si somos dóciles a la acción de Dios. En resumen, no hay problema en integrar plenamente, canónicamente, salvando lo esencial, en la catolicidad de la Iglesia a los seguidores de la FSSPX. ¿Será posible para ellos reconocer a los demás católicos como católicos? Esperemos que sí.
Guillermo Juan Morado.
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