Es posible constatar muchas veces que cuando le preguntamos a un niño, a un adolescente o incluso a un adulto -católico- en qué cree, solamente repite las vaguedades aprendidas alguna vez en el catecismo de preparación para la Primera Comunión o de lo que ha leído por ahí.
Un católico debe saber perfectamente en qué cree, por qué y para qué. El Catecismo nos recuerda (en su primera parte, al menos en su última edición) que el fiel católico tiene la obligación de profundizar en su Fe, perfeccionando así su devoción, su misma vida de fe y su camino a la santidad, a la cual está llamado.
Como siempre, recomiendo a los formadores y catequistas -que por alguna casualidad llegan a leer esto-, que vuelvan a los libros viejos, que son los mejores. Rescaten los Catecismos, los devocionarios, las Áncora de Salvación, y todo tipo de manuales y folletos sobre la Fe que encuentren. Por estos días, hay que reconocerlo, los manuales son escritos por vaya uno a saber quién, con contenidos extraños, dudosos e incluso -sin ánimo de escandalizar- con contenidos heréticos. ¿Acaso tienen miedo de decirle a un niño que Cristo es Rey y él súbdito? ¿Es acaso demasiado poco democrático para enseñarlo?
Antiguamente (y no hace más de 50-60 años) el Catecismo se enseñaba desde muy temprano y de memoria. Consistía en preguntas y respuestas que el niño aprendía al igual que las materias del colegio. Cada vez que avanzaba más, las preguntas eran más complejas, conforme al desarrollo intelectual del niño. Así pues, hoy día es posible preguntarle a los mayores sobre algún punto particular de la Fe y que ellos lo recuerden por aquel sistema. De todas maneras, el punto en sí no es que la gente aprenda de memoria el Catecismo, como si fueran poemas o versos para recitar. El objetivo es que tenga presente en el inconsciente la respuesta a la pregunta, y que cuanto más crezca y tenga capacidad de abstraer y reflexionar, pueda profundizar y preguntarse el por qué de esas respuestas que tiene en la cabeza. De esta forma, y unido estrechamente a los Sacramentos y a la vida de Fe, tendremos una sólida educación cristiana y católica.
Hoy en día los manuales de catequesis -al menos muchos de ellos- tienen preguntas sumamente básicas y respondidas de forma escueta e inconsistente, donde Jesús es mi amigo, y vamos juntos de la mano cantando y bailando al Cielo...
Se recuerda fugazmente la existencia de los Sacramentos, con lujo de detalles en las formas y no en el sentido de la Fe (es decir, qué significa y qué obra en el cristiano, y cuál es su suma importancia en la vida de Fe); se habla solamente sobre la amistad y el amor y no se recuerda la naturaleza caída del hombre (es decir del pecado); la Misa es una celebración donde los fieles y el sacerdote se mezclan en torno a una fiesta que culmina con la comunión; etc.
Algunos ejemplos de lo que estoy hablando.
O incluso algunos como este, denominado "Catequesis urbana"... Según tenía entendido solamente existe una catequesis, no una para cada región geográfica, urbana o rural.
Incluso los catequistas con convenientemente adiestrados en estos usos con manuales para ellos, que la mayoría de las veces contiene más consejos pedagógicos para los niños que notas y consejos para que el mismo catequista reflexione y medite lo que él mismo está enseñando. Abundan los crucigramas, las sopas de letras, los acertijos y juegos para pasar más amenamente la aburrida clase de catequesis, que si no incluyera juegos y lápices de color para pintar a Jesús abrazando a la familia, no tendría sentido.
Para que quede claro. No estoy diciendo que Jesús no nos ama, ni que no vamos por él al Padre, ni que Jesús no está -o no debería estar- presente en nuestra familia. Ni que los niños no deberían jugar o pintar. Lo que quiero decir es que se desdibujan las Verdades de Fe y se traslucen en vagos elementos que el niño, cuando crezca, irremediablemente olvidará. Lo importante es que el niño aprenda y reconozca su Fe, y que por añadidura traslade este sentir, esa vida de Fe a todos sus ámbitos (incluyendo el arte, dibujando a Dios con su familia, etc.). Pero a no confundir los puntos.
Personalmente les recomiendo el Catecismo Mayor de San Pío X, que es sumamente claro y sintético, ideal para la enseñanza de todas las edades, y para la meditación y enriquecimiento de los mismos catequistas. Pueden encontrarlo (para consultas online)
aquí y para descargarlo,
aquí.