28 de marzo de 2012

Ya era hora de hablar claro

Como no podía ser de otra manera, Mons. Williamson sale a aclarar las cosas, producto de las misivas "abiertas" que causan tanta sensación por estos días.

Mons. Richard Williamson.

Su respuesta a la "carta abierta" de Mons. Bux no se hizo esperar, aunque esta vez le ganó de mano el P. Schmidberger (ver aquí). En principio un lector poco cauto puede llegar a creer, con una lectura rápida y superficial, que se trata de una exposición clara y concreta de la posición de la FSSPX en torno a este complejo problema, que desvela a varios alrededor del globo, y que tanta tensión provoca de un lado y del otro.

Mons. Bux

P. Schmidberger

Sin embargo el lector no puede dejar de lado que la carta de Williamson no es más que una mera opinión como cualquier otra, aunque validando su posición argumentando que lo hace en "carácter de uno de los sacerdotes a quienes usted se ha dirigido" y tomando responsabilidad "en nombre propio" y legitimando su posición "tal como hubiera podido ser la respuesta de este 'gran hombre de Iglesia', el Arzobispo Lefebvre". Evidentemente no queda muy claro si es que él tiene el mismo derecho a responder que en su momento hubiera tenido para hacerlo Mons. Lefebvre, o si es que el ya fallecido arzobispo hubiera sido de la misma opinión que él. En cualquier caso descreo de lo uno y lo otro.

Reproduzo a continuación una traducción de la carta para que los lectores tengan una clara idea de lo que tenemos entre manos (los comentarios en bastardilla y negrita son míos):

Monseñor,
En una carta abierta del 19 de marzo dirigida a Monseñor Fellay y a todos los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, usted nos ruega aceptar el sincero y afectuoso ofrecimiento de reconciliación que el Papa Benedicto XVI presenta a la Fraternidad San Pío X para superar la fractura de larga data existente entre Roma y esta Fraternidad. Permítame en mi carácter de uno de los sacerdotes a quienes usted se ha dirigido, de tomar la responsabilidad en nombre propio, de darle mi opinión tal como hubiera podido ser la respuesta de este “gran hombre de Iglesia”, el Arzobispo Lefebvre.
Vuestra carta empieza por un llamado a “sacrificarlo todo en nombre de la unidad”. Pero no puede existir verdadera unidad Católica si no está fundada sobre la verdadera Fe Católica. El gran Arzobispo lo sacrificó todo para la unidad en la verdadera doctrina de la Fe. ¡Ay! Las Discusiones Doctrinales de 2009-2011 probaron que la fractura doctrinal entre la Roma del Vaticano II y la Fraternidad San Pío X es tan profunda como siempre.
Pues bien, aquí tenemos los primeros argumentos: Williamson implícitamente manifiesta que en Roma no hay "verdadera Fe Católica", dado que si la hubiera, existiría una verdadera unidad en la Iglesia. Mons. Lefebvre, desde luego, representa ese único "remanente" de la verdadera unidad en la verdadera Fe que, conjeturo yo, reside únicamente en el seno de la FSSPX.

Reafirma su tesis queriendo hablando de una "fractura doctrinal entre la Roma del Vaticano II y la FSSPX es tan profunda como siempre". La expresión "la Roma del Vaticano II" alude a la diferenciación que hacen ellos acerca de estar ligados a Roma (la "Roma Aeterna", la depositaria de la Tradición y el Magisterio y Sede universal de los Papas) y la "Roma Conciliar", la "Roma modernista", ("la Roma del Vaticano II", que alude a los "cómplices" o gestadores de las reformas litúrgicas "modernistas"). Esta concepción les permite un doble juego: justificar las "Discutiones", el diálogo con Roma, y a la vez criticarla por todos lados.
Esta fractura fue designada por Usted el 19 de marzo como “perplejidades remanentes, puntos a ser profundizados o detallados”, pero, sin embargo, el 16 de marzo el Cardenal Levada había sido categórico al declarar que la posición asumida por Monseñor Fellay el 12 de enero es “insuficiente para superar los problemas doctrinales”. Monseñor Fellay ha comentado una vez cuánto divergen entre sí los hombres de Iglesia de Roma, pero sea lo que fuere su unidad, de todas formas la Fe sacrificada en pro de tal unidad es una unidad sin Fe.
Aquí dice exactamente lo mismo que antes, pero con otras palabras: "Si Uds. mantienen una aparente o casual unidad, de todas formas es una unidad sin Fe. Sólo nosotros tenemos la verdadera unidad fundada en la verdadera Fe". Lo dicho por SER Mons. Levada es una realidad: Roma ha hecho absolutamente TODO lo que pudo hasta ahora; la FSSPX nunca ha demostrado mayor voluntad que la sentarse a discutir. Es hora de que pongan un poco más de voluntad. Es imposible conciliar una unidad de Fe si la FSSPX no acepta los contenidos mínimos necesarios de la misma, dado que entonces no se produce una efectiva unidad doctrinal; de todas maneras se ofreció la posibilidad de que la FSSPX aún regularizada pudiera mantener una legítima posición crítica -a la luz de la "hermenéutica de la continuidad", que incluye el CVII-  respecto de algunos puntos pocos claros de los textos conciliares.
Por supuesto, como Usted nos lo recuerda, la Iglesia es una institución divina y a la vez humana. Por supuesto, el elemento divino no puede fallar y, tampoco, por supuesto, la Iglesia. Finalmente no puede fallar y el sol saldrá de nuevo. Pero perdónenos estar en desacuerdo con usted cuando dice que el alba está al alcance de la mano, porque esta verdadera Fe que la Fraternidad San Pío X defendió en las Discusiones, no brilla en la Roma del Vaticano II, donde, por ende, la Fraternidad no puede estar segura. Tampoco ella podría hacer brillar la luz si ella misma adoptare las tinieblas conciliares.
El texto es sumamente claro. Un lector cauto comprenderá que cuando Williamson habla de la Iglesia como "una institución divina y a la vez humana" y que por ende "el elemento divino no puede fallar", no se está refiriendo a Roma, sino a la FSSPX misma. Ellos son la Iglesia católica, depositaria de la verdadera Fe, por cuyos frutos serán reconocidos. El sol saldrá de nuevo, pero saldrá del seno de la FSSPX, porque "no brilla en la Roma del Vaticano II". Lo último es una apología pobre sobre la posición actual de la FSSPX y una justificación para un eventual y rotundo "¡NO!" para Roma.
No se pone en duda el sincero deseo del Papa de dar la bienvenida al retorno de la Fraternidad San Pío X a una “plena comunión eclesial”, como lo han mostrado varios gestos suyos de real buena voluntad. Pero “una profesión de Fe común” entre la Fraternidad y aquellos que creen en el Concilio Vaticano II no es posible, a menos que la Fraternidad San Pío X llegue a traicionar esta Fe que ella representó en las Discusiones. Y cuando la Fraternidad San Pío X clama “¡Dios no permita!” tal traición, lejos de que su voz sea silenciada, ella es escuchada en el mundo entero y lleva para la Iglesia Católica buenos frutos que hoy en día son la excepción más que la regla.
 Más que claro: reconocen la buena voluntad del Papa como reconocerían la buena voluntad de un protestante para ayudar a cruzar la calle a una anciana. Pero nada más. El único mérito que ha de llevarse el Santo Padre es el de tener "el sincero deseo" del Papa al "retorno". La frase "entre la Fraternidad y aquellos que creen en el Conclio Vaticano II" deja claro lo que he dicho antes: "Nosotros, los católicos, y ustedes, los herejes de la Roma conciliar".


A la vez, constituye una suerte de advertencia y amenaza para los religiosos y laicos de la FSSPX: no es posible la unión con Roma "a menos que la Fraternidad San Pío X llegue a traicionar esta Fe". Es decir: "Fellay, cedé un ápice y vas a ser el peor apóstata hereje sobre la tierra. Y lo mismo para los laicos indecisos".
Claro, la FSSPX es escuchada en todo el mundo porque se hacen los bravos frente a Roma. Si se unieran a Roma, les quedaría un papel crítico demasiado relegado al que están acostumbrados. Y eso, claro, no es muy rentable, considerando la afición general al escándalo.
Ciertamente “es el momento adecuado”, ciertamente “la hora favorable ha llegado” para solucionar la agonía y los problemas de la Iglesia y del mundo. Sin embargo, la solución es la que Nuestra Madre del Cielo ha pedido por largo tiempo y que depende únicamente del Santo Padre. ¡De hecho, puesto que Nuestro Señor ha dejado en manos de Su Madre la solución, Ella dijo que ninguna otra solución funcionará, de tal manera que Nuestro Señor no podría permitir que cualquier otra solución funcionare, ¡sin convertir a Su Madre en una mentirosa! ¡Inconcebible!
La solución ha sido conocida desde hace mucho tiempo, pues ¿como hubiera sido posible que el Cielo haya abandonado el mundo a tal zozobra como la de los últimos 100 años sin ofrecer un remedio tal como ofreció el profeta Eliseo para sanar la lepra del General Sirio Naaman? Desde un punto de vista humano, bañarse en el Río Jordán parecía ridículo, pero nadie podía decir que no era posible. Solamente requería algo de fe y de humildad. El General pagano reunió a la vez bastante fe y confianza en el hombre de Dios para hacer lo que el Cielo había pedido y, por supuesto, fue sanado instantáneamente.
¡Pueda solamente el Santo Padre reunir a la vez suficiente fe y confianza en la promesa de la Madre Celestial! ¡Que él solamente aproveche este “buen momento” antes de que toda la economía global se colapse en ruinas y antes de que unos locos logren lanzar la Tercera Guerra Mundial en Medio Oriente! Que él, le suplicamos, le imploramos, salve la Iglesia y el mundo haciendo simplemente lo que la Madre Celestial ha pedido. No es algo imposible. Ella vencería todos los obstáculos puestos en su camino. Haciendo lo que Ella pide, él y sólo él puede ahora salvarnos de sufrimientos inimaginables -- e innecesarios.
Y si él deseara el apoyo -- sea en oración o en acción -- con el cual la humilde Fraternidad San Pío X podría ayudarle a consagrar Rusia al Corazón Inmaculado de María en unión con todos los obispos del mundo que la Reina del Cielo reclutaría, él sabe que él puede contar en primer lugar con el apoyo de Monseñor Fellay y de los tres otros obispos de la Fraternidad San Pío X, de los cuales el menor entre ellos es
Vuestro humilde servidor en Cristo,
+Richard Williamson+

El final de la carta da a entender una cosa así:
"Nosotros, la FSSPX, somos los depositarios de la Fe y los custodios de la Tradición; en una palabra, somos la Iglesia católica. Ustedes, en cambio, que han sucumbido ante la herejía, sólo tienen una carta que jugar, aunque no sean ustedes quienes vayan a ganar: tienen al Papa. Que el Papa haga la Consagración de Rusia -que es lo que nosotros lamentablemente no podemos hacer por razones obvias- y nosotros, por nuestro lado, seremos felices en la Verdad. Cada uno por su lado y punto. Eso sí, ustedes no tienen chance de salvarse porque fuera de la Fraternidad no hay Salvación, que les quede claro".

El contenido de la carta nos deja dos impresiones a grandes rasgos sobre la opinión personal del autor:

  1. Reconoce que el Papa realmente desea la plena comunión con ellos. No es un punto menor: admiten los grandes esfuerzos que se han hecho, aún teniendo el viento en contra de su mismo lado de la cancha.
  2. La FSSPX no estaría dispuesta a ceder un ápice frente a la "Roma conciliar", aunque se le ofreciera la mayor gama de garantías nunca vista en la historia de la Iglesia.
No me nieguen que en este último punto hay un reguero de soberbia encastrado duramente en el corazón de la FSSPX misma.
En fin, considerando que Mons. Williamson, creo yo, el más radicalizado de los cuatro obispos (o al menos el que más y mejor lo manifiesta), y teniendo en cuenta que es prácticamente un cismático de facto -esto se maneja muy cotidianamente en los ambientes de Williamson- creo que, con ayuda de Dios y amparándonose en el manto protector de la Virgen, aún hay esperanza. 
Éste es el momento justo: dentro de un par de años, si no están regularizados, deberán necesariamente volver a ordenar al menos a algún otro obispo en forma ilegítima y ello les acarreará necesariamente la excomunión.
Es el pontificado justo: dudo que el próximo Papa (Dios lo quiera) tenga tanta buena voluntad y deseos de retorno para con la FSSPX, al menos comparando con la que ha tenido S.S. Benedicto XVI. Si se buscan garantías, es el momento justo.

Dejemos todo en manos de Dios y de la Santísima Virgen, tal como acabo de pedir. La fecha límite para una respuesta es el 15 de abril. Veremos entonces.


+Pax et Bonum+

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