El tercero [en dar su testimonio de conversión en la vigilia de la JMJ] fue Felipe Passos, de 23 años. Salió en silla de ruedas, aunque tardamos en saber por qué.Contó que "desde niño buscaba sentir el amor de Dios más profundamente, tener una experiencia con Dios más fuerte". Esa historia empezó a hacerse realidad en la JMJ de Madrid: "Pude ir, casi sin dinero, gracias a la ayuda de muchas personas. Viví experiencias que fueron enraizando y purificando mi fe. En el día de la Vigilia tuve una experiencia muy fuerte con Jesús. Miré aquella cruz de Juan Pablo II peregrino del amor, miré el icono de Nuestra Señor, miré la multitud como la estoy mirando ahora, y sentí en el silencio del Papa Benedicto XVI aquel silencio que él pidió".Fue en ese momento: "Puedo deciros que oí la voz de Dios. Después volví a Brasil con el corazón en llamas, lleno del Espíritu Santo".
Fuente: Religión en Libertad.
Está más que claro que, como solía decir una amiga, hoy carmelita descalza, "el silencio es el idioma de quien te busca...". Me pregunto cuánto silencio hubo en Río de Janeiro.