Traducimos a continuación, y pidiendo disculpas por adelantado sobre cualquier tipo de error, un
artículo del día de ayer del diario francés
Le Fiagro, escrito por Jean-Marie Guénois.
Se trata de un articulo que puede ser de gran interés, en lo que concierne al Papa y sobre todo a la FSSPX. Aclaro que debajo del artículo hay unas aclaraciones de actualización de las últimas horas.
"Falta un cuarto de hora para la medianoche, Mons. Fellay". Esta parodia del título de la película dedicada al Dr. Schweitzer, un gran protestante, es mal elegida para recordar la muy católica causa lefebvrista, pero sucede que este dossier que parecía perdido podría marcar los últimos días del Pontificado de Benedicto XVI. Las discusiones, las últimas, están teniendo lugar entre Roma y Écone... Por medio de ellas el Papa trata de llegar a un acuerdo.
Yo mismo escribí tras el anuncia de la renuncia del Papa, el 11 de febrero, que este dossier de negociaciones con la FSSPX fundad por Mons. Lefebvre prometía ser uno de los "fracasos" del Pontificado. Si no el más grande. Benedicto XVI aceptó todas las condiciones de la FSSPX: la rehabilitación de la Misa de acuerdo al rito antiguo, el levantamiento de las excomuniones, la proposición del acuerdo doctrinal. Él ha puesto todo su corazón de pastor angustiado por la unidad de la Iglesia. Nunca un Papa ha dedicado tanto de sus esfuerzos personales a un dossier tan específico, con el riesgo de ser totalmente incomprendido. También sufrió la infamia global como resultado del affair Williamson.
Esta negociación, usualmente considerada en Italia o en la Iglesia universal como la "cuestión francesa" no es tal en realidad. Es uno de los símbolos de este Pontificado. Lo que pudiera suceder o no en los próximos días es por tanto muy importante para la Iglesia católica.
Si uno tuviera que resumir en una frase el Pontificado de Benedicto XVI, ésta sería: la rehabilitación de la fe y la identidad católica. Una imagen lo captura todo. La JMJ de Madrid atestiguó durante el tiempo de la vigilia -antes del diluvio que cayó inmediatamente después- no el espectáculo de un Papa ante un millón de jóvenes, sino un increíble silencio de oración frente a una hostia consagrada... con el Papa, arrodillado, frente a todos. En la visión católica, por tanto, la adoración de... Dios, porque la Iglesia considera que Cristo está "verdaderamente presente" en la hostia consagrada bajo la "apariencia" de pan.
Es necesario agregar esto: los monasterios y seminarios que están repletos, las comunidades y los sacerdotes que brillan, son muy frecuentemente gente que doblan su rodilla frente a la Eucaristía.
Uno podrá burlarse de esta práctica, ¡pero de hecho ha realmente vuelto! Lanzada bajo Juan Pablo II, este retorno a la fe eucarística ha encontrado su plenitud bajo el pontificado de Benedicto XVI.
Y no se puede comprender exactamente nada en el estado actual de la Iglesia, o sólo del exterior, si uno no toma esta clave de lectura esencial.
Otra manera de decir esto, más sucinta, sería esta -y sin ánimo de ofensa para con los protestantes: el Pontificado de Benedicto XVI ha, por así decirlo, "des-protestantizado" la Iglesia católica, para el disgusto del ala progresista. Pero es una realidad objetiva, que les hace rechinar los dientes.
Es necesario tener esto presente para comprender mejor el alcance de las discusiones, aún a última minuto, con los lefebvristas. Benedicto XVI, el teólogo, ha "re-catoliquizado" la Iglesia. No hay mucho más para decir. Si este verano le hizo la confidencia a su biógrafo, Peter Seewald, de que tenía un sentimiento de haber completado su misión, lo es en este sentido. Él ha, en efecto, corregido el curso. Su dirección era lo esencial de la fe católica. Puso fin a las aproximaciones y experimentaciones del período post-conciliar.
Es por esta razón que él siempre ha visto favorablemente la Fraternidad de San Pío X. No los vio como una tribu irreductible de hombres, o como un conservatorio. Él no se pliega ante la agresividad de algunos contra su persona. Ve a estos sacerdotes y esta obra como un espacio donde se vive lo esencial de la fe católica. Algunos leyendo esto van a saltar, pero es el sentido de la carta de Mons. Di Noia, publicado en una
nota anterior. [Enlace al texto de la carta de Mons. Di Noia en inglés]
Por tanto, Benedicto XVI nunca consideró normal que esta gente, que toma parte de lo que es "esencial", sean rechazados cuando muchos sacerdotes, teólogos y obispos que son considerados católicos, no reconocen -ellos tienen, desde este punto de vista, una teología filo-protestante- la "presencia real" de Cristo en la Eucaristía.
Por supuesto, hay también las cuestiones doctrinales y enfoques muy conflictivos del Vaticano II. Pero es de capital importancia entender esta convergencia de lo que es esencial para la fe: Benedicto XVI no desea reintegrar a la FSSPX para "arreglar" un problema, como haría un administrador. Él cree que aquella tiene un lugar en el cuerpo de la Iglesia y un importante rol para jugar allí. Uno que ya juega, sin notarlo.
Esta visión de las cosas no entra en los espíritus de mente estrecha. Y los hay en ambos lados. No entra en los espíritus jurídicos (en el sentido de los canonistas, los juristas de la Iglesia asustados por un cabello más) o técnicos (en el sentido de la teología, a veces a caballo entre comas). Esta visión no es solamente de orden místico o espiritual. Es una visión intelectual, en el sentido del conocimiento profundo de las cosas tal como son y como van.
Benedicto XVI se va. La evaluación de las listas de los papabili -con excepción del cardenal Ranjith, de Colombo, en India, pero que tiene pocas chances precisamente a razón de su sensibilidad tradicionalista- demuestra que este "momento Benedicto XVI" es una ocasión única para la Fraternidad.
La FSSPX se sorprende con este renuncia. Pero Roma -léase el Papa- le tiende un último cabo. Son nuestros colegas de La Croix quienes lo revelaron el viernes 15 de febrero a la tarde. Una carta fechada el 8 de enero y firmada por el cardenal Müller, Prefecto de la Doctrina de la Fe y Mons. Di Noia, entonces presidente y vice-presidente de la Comisión Ecclesia Dei, responsable de las relaciones con los lefebvristas, fue enviada a Mons. Fellay.
Roma les propone antes de que la renuncia del Papa sea efectiva el 28 de febrero, firmar un último acuerdo y volverse una prelatura que les dará dependencia de Roma e independencia de los obispos. Esta carta exige una respuesta para el 22 de febrero, día de la Fiesta de la Cátedra de Pedro, un día muy simbólico dado que es la fiesta de la fundación de la Iglesia. Este punto de vista es expresado en la carta firmada por Mons. Müller (quien es personalmente muy opuesto a este acuerdo), pero a quien el Papa, quien lo nombró para su puesto, pidió que trabajara por esta unidad.
Otra apertura increíble contenida en la carta de Mons. Di Noia: permitir a los lefebvristas continuar su examen teológico crítico del Concilio Vaticano II desde el marco previsto por la Congregación de la Doctrina de la Fe pero a condición de no exponer todas las mañanas en la plaza pública. Y además, la libertad de una prelatura para ejercer el carisma particular del sacerdote, como dijo Mons. Di Noia. Un status por lo tanto muy establecido canónicamente: ¿alguien ha visto que el Opus Dei se queje de falta de libertad o de una restricción particular en este status juridico?
Falta entonces un cuarto de hora para la medianoche. Otro día se prepara para la Iglesia donde esta posibilidad de reu está en riesgo de ser aplazada para siempre. Mons. Fellay no esperaba la renuncia del Papa y pensaba que tendría tiempo, pero ya no. Ni siquiera para consultar el capítulo de su congregación tal como había prometido: no hacer ningún acuerdo con el Papa sin consultarlos. Mons. Fellay sabe entonces que la oportunidad es única.
[...]
Mons. Fellay se encuentra ante una gran responsabilidad. ¿Será él que por miedo de los ultras -que de todas formas lo abandonarán- rechazará la última mano salvadora de este Papa, quien en cierta manera hizo espiritualmente su renuncia también en juego con el acuerdo? De lo contrario ¿qué significaría esta carta y estos intercambios a una semana del fin del Pontificado?
Hay algo del destino mismo de la FSSPX, de su propia posición, que está por tanto en juego. Está acostumbrada a tomar oportunidades. Incluso así fue establecida. Puede decir que no fue comprendida una vez más con este rechazo. No puede hacer otra cosa con la credibilidad y la buena voluntad que pudieron recibir en la Iglesia católica, particularmente entre los jóvenes que son el futuro. Pero ¿cómo puede una obra que tiene la ambición de revivir la identidad de la Iglesia rechazar concienzudamente esta posibilidad? ¿Hasta qué punto se puede estar cegado y paralizado para ver esto? ¿Un pontificado que estuvo casi dedicado a ella no es suficiente?
Esta mañana nos llegaba el mensaje: "El Papa levanta el ultimátum a la FSSPX". Será trabajo para su sucesor, parece.
Pope lifts ultimatum on SSPX
This morning, 22 February the "ultimatum" would have expired which the Curial Archbishop Gerhard Ludwig Müller, who heads the Pontifical Commission Ecclesia Dei presented to the Society of St. Pius X.. By that date, the SSPX which was founded by Archbishop Lefebvre had make a response to the June 2012, "Doctrinal preamble" presented by the Vatican.
At noon today, theVatican spokesman Father Federico Lombardi said that Pope Benedict XVI would leave the matter of the SSPX to his successor, without making any further details. Pope Benedict XVI has apparently lifted the deadline given in the Archbishop's letert. The question remains open until the new head of the church gives new directives.
Vaticano: Acerca de rumores difundidos en la prensa
Este jueves 21 de febrero de 2013, durante una conferencia de prensa, el P. Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, declaró, en referencia a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que la fecha límite del 22 de febrero (para una respuesta de Mons. Bernard Fellay a la Congregación para la Doctrina de la Fe – nota de la redacción), adelantada por la prensa, es tan solo pura hipótesis, ya que Benedicto XVI ha decidido dejar el asunto a su sucesor. Es inútil, pues, esperar una solución de la situación antes del fin de este pontificado.
"Se acabó lo que se daba", como dijo uno...