Traducimos a continuación al castellano el artículo de Weigel sobre la crisis alemana.
La crisis alemana de la Iglesia católica
Por George Weigel, 20 de mayo de 2015.
La Iglesia del siglo XXI le debe mucho al catolicismo alemán del siglo XX: por su generosidad con los católicos del tercer mundo; por el testimonio de mártires como Alfred Delp, Berhard Lichtenberg y Edith Stein; por su contribución a los estudios bíblicos, la teología moral y sistemática, la renovación litúrgica, la doctrina social católica a través de la cual el catolicismo alemán jugó un rol de liderazgo en los esfuerzos del Vaticano II para renovar el testimonio para el tercer milenio. En el Concilio, más que el Rin fluyendo hacia el Tíber, no olvidemos al Sena, al Mosa, el Potomac y el Vístula. Pero la corriente del Rin fue fuerte.
Todo lo cual sólo intensifica el shock al leer el informe de los obispos alemanes elevado al Vaticano en preparación para el sínodo del próximo octubre. Uno de mis corresponsales lo consideró como una declaración de cisma de facto. Yo la leo como un cri du coeur [N.d.T.: lamento del corazón] involuntario: una confesión del desastre catequético y el fracaso pastoral a escala nacional, a lo cual el episcopado alemán no tiene respuesta, salvo llevar a los otros por ese camino que llevó al catolicismo en Alemania a la profunda incoherencia.
Cuando uno trata de discutir esta catástrofe con curas alemanes mayores, raramente se encuentra estos días una apertura seria, producto del reconocimiento de que algo ha ido terriblemente mal y que debería buscarse otro abordaje para la evangelización y la catequesis --un « catolicismo todo-incluido » enraizado en la alegría del Evangelio predicado y vivido en su total integridad. En su lugar, lo que encuentras frecuentemente es una terca insistencia. « Usted no entiende nuestra situación » es la antífona típicamente dicha con cierta vehemencia.
¿Pero es el caso de que nosotros, los obtusos « no alemanes », no entendemos? Las estadísticas sobre la práctica católica alemana --mejor dicho, la falta de ella-- no son secretos pontificios. Esas estadísticas pueden comprobarse con lo que los visitantes ven los domingos en las ciudades alemanas: iglesias mayormente vacías. Ahora llega este informe para el sínodo que suguiere que en materia de matrimonio, familia, moral del amor humano y las cosas que hacen a la verdadera felicidad, la mentalidad católica alemana es prácticamente indistinguible de la de los no creyentes.
Y aún así el episcopado alemán sugiere que abajar más la doctrina católica y la práctica es la respuesta, ahora a escala global. Es muy notable. Y será ciertamente notable --y no favorablemente-- en Roma, en octubre.
En octubre de 2001 tuve una conversación de dos horas con el cardenal Karl Lehmann, ahora uno de los grandes ancianos de la jerarquía alemana. Discutimos largamente la crisis de creencia en toda Europa (y la crisis demográfica vinculada). El cardenal me ofreció entonces un ejemplar de su último libro « Ahora es el tiempo de pensar en Dios ». Debo decir que encontré el título... llamativo. Sabía que él lo había concebido como un desafío al secularismo reinante de su tiempo, pero debías preguntarte: ¿De qué más estuvieron hablando este distinguido académico y sus colegas, en las grandes altitudes de la teología alemana, durante estos años?
Para hacer corta una larga historia, han estado hablando frecuentemente de « hablar de Dios »: esto es, han estado persiguiendo sus rabos al tratar de responder a la crisis de fe en la modernidad. Y al hacerlo se han quedado atrapados en lo que el filósofo polaco Wojciech Chudy (un intelectual sobrino bisnieto de Juan Pablo II) llamó la « trampa de relfexión » post-kantiana: « pensar sobre el pensar sobre el pensar » antes que pensar sobre la realidad, en este caso el Evangelio y sus verdades. Menos elegante, describiría la « trampa de reflexión » de Chudy como el pozo de arenas movedizas de un subjetivismo vuelto ensimismamiento, del cual es difícil salirse y responder al llamado del Maestro « Ven, sígueme ».
La crisis católica alemana no es primariamente institucional. La Iglesia católica es el segundo empleador más grande de Alemania y sus instituciones son robustas. La crisis es de fe. El catolicismo alemán está en crisis porque los católicos alemanes no han abrazado al Señor Jesús y a su Evangelio con pasión, convicción y alegría, y están buscando la felicidad en otra parte. Eso es triste; es trágico, es desalentador.
No es un modelo nada recomendable para otros, excepto como una advertencia sobre los efectos de rendirse al espíritu de la época.