Ya es noticia la carta y el artículo del P. Richard Cipolla, sacerdote católico converso del epicopalianismo (versión estadounidense del anglicanismo) que, casado y con dos hijos, decidió contestarle a una compatriota suya, Sara Ritchey, sobre su experiencia como sacerdote católico casado y con hijos.
R.P. Richard Cipolla
Ritchey escribió el 13 de enero en el diario The New York Times un artículo llamado "For Priests’ Wives, a Word of Caution" (algo así como "Para las esposas de los sacerdotes, una palabra de cautela") y que comienza con la sugestiva y malintencionada pregunta: "WHAT will life be like for the wives of Roman Catholic priests?" ("¿Cómo será la vida de las esposas de los sacerdotes católicos?").
La periodista en cuestión, presuntamente profesor asistente de la cátedra de historia medieval europea en la universidad de Louisiana, Lafayette, pretende hacer un raconto de la historia de la Iglesia sintetizando en líneas generales cómo vivían sin celibato los sacerdotes católicos, hasta el Concilio de Letrán I. Contrariamente el objetivo del artículo, como lo sugiere el título del mismo, no es el de criticar a la Iglesia con sus "métodos" calificados (por ya sabemos quiénes) de "inhumanos" o "anti-naturales" que "exigen cruelmente" a quienes desean ofrecer su vida voluntariamente consagrándola al servicio de Dios, sino simplemente decirles a las esposas de éstos: "Cuidado, que el Vaticano ya se olvidó de cómo tratar a las esposas de los curas desde entonces... Por ahora las tratarán bien, pero pronto serán muy mal vistas".
"In this scheme [11th century (...) when the foremost purpose of priestly celibacy was to clearly distinguish and separate the priests from the laity], the mere presence of the priest’s wife confounded that goal, and thus she incurred the suspicion, and quite often the loathing, of parishioners and church reformers. You can’t help wondering what feelings she will inspire today."
"En este escenario [siglo XI (...) cuando el propósito más importante del celibato sacerdotal era distinguir y separar claramente a los sacerdotes del laicado], la mera presencia de la esposa del sacerdote debilitaba ese objetivo, y por lo tanto ella incurría en sospecha y muy a menudo al odio de parroquianos y reformadores eclesiásticos. No se puede evitar el preguntarse qué sentimientos inspiraría ella hoy".Ya pueden ver más o menos cómo se perfila el artículo, hasta que finalmente, en uno de los últimos párrafos, toca abiertamente el tema, dando su opinión personal (que seguramente es tan importante que será tenida en cuenta en los próximos estudios vaticanos en la cuestión):
"Given this history, I caution the clerical wife to be on guard as she enters her role as a sacerdotal attaché. Her position is an anomalous one and, as the Vatican has repeatedly insisted, one that will not receive permanent welcome in the church. That said, for the time being, it will be prudent for the Vatican to honor the dignity of the wives and children of its freshly ordained married priests. And here, I suggest, a real conversation about the continuation of priestly celibacy might begin."
"Dada esta historia [de la Iglesia], advierto a la mujer del sacerdote que esté en guardia cuando entra en su rol de "agregado sacerdotal" [o secretaria]. Su posición es anómala y, como el Vaticano ha repetido insistentemente, una que no recibirá bienvenida permanente en la Iglesia."
Comentario en este punto: la Iglesia no dice que no dará la bienvenida a los sacerdotes casados permanentemente, sino que sí se las dará, pero que será siempre una situación extraordinaria, puesto que la disciplina exige celibato. En el artículo está dicho en forma sumamente maliciosa.
"Esto es, por esta vez, será prudente para el Vaticano honrar la dignidad de las esposas e hijos de estos sacerdotes casados recientemente ordenados. Y aquí, sugiero, debe empezar una diálogo real sobre la continuación del celibato sacerdotal"¡Zas! Ya se lo veía ver. Toda esta basura para decir:
- La Iglesia católica aplica arbitrariamente una norma disciplinar para elevar la condición de los sacerdotes del resto de los fieles. Antes de esto había plena libertad de elección. Dicho de otra forma: a la Iglesia le importa un rábano todo e impone exigencias según su parecer.
- Esposas de potenciales conversos al catolicismo: piénsenlo dos, tres o cien veces (lo más que puedan) antes de hacerse católicos porque la Iglesia ya olvidó cómo tratarlas. Y si aún así lo hacen, sepan que sufrirán como ninguno (especialmente por mano de los fieles).
- Luego de ser históricamente demostrado que el celibato es una mera invención arbitraria vaticana caprichosamente impuesta por un "tirano", y viendo cómo son aceptados curas casados en la Iglesia, ya es hora de terminar con esta farsa y exigir la eliminación del celibato. Y de paso la comunión de los divorciados, la ordenación de mujeres, etc. ¿Digo, no? El P. Helmut Schüller contentísimo, seguro.
Por suerte hay curas norteamericanos con las botas bien calzadas que salieron a contestarle a la gran letrada Ritchey. Y aquí aparecen Mons. Daniel Hamilton, párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Lindenhurst, New York, y por supuesto, el P. Richard Cipolla. Ambos contestaron a Ritchey escribiéndole a la editorial del Times, (ver aquí).
R.P. Cipolla, durante una homilía.
Pero la cosa no terminó allí: el P. Richard escribió un artículo publicado en el Wall Street Journal titulado "Being a Catholic Priest—and Married", osea "Ser un sacerdote católico, y casado", en el que escribe parte de su experiencia tras veintiocho años de servicio en la Iglesia católica desde la perspectiva de un sacerdote converso, casado y con hijos.
En él describe algunos de los retos que encontró a lo largo del camino, como el complicado tema de obtener ingresos para sostener a la familia sin tener que acudir al patrimonio de la Iglesia (algo que ya tenía claro antes de convertirse), la confusión de sus hijos cuando todo el mundo llama "Padre" a su padre, o la tristeza de no poder actuar como un "padre normal". Pero él asume el sacrificio que supone ser sacerdote, e invita a hacerlo a otros, defendiendo a toda costa el celibato sacerdotal.
He aquí un digno ejemplo de sacerdocio. Y como termina diciendo en el artículo,
"Reform of the priesthood is sorely needed today. The answer is not married priests. The answer is priests who understand the sacrifice that is at the center of their lives—whether they are married or not."
"La reforma del sacerdocio es muy necesaria hoy. La respuesta no es el casamiento de sacerdotes, sino que los sacerdotes comprendan el sacrificio que es el centro de sus vidas, estén casados o no."
El P. Richard lo tiene bien claro. Gran parte de la crisis innegable que vive hoy la Iglesia, particularmente hablando del tema del celibato, viene de la incomprensión de la vida sacerdotal. ¿Un ejemplo bien clarito? El movimiento austríaco del P. Schüller. Piden lo mismo que Ritchey (y todavía más).
Recemos por las vocaciones sacerdotales, por sus formadores y por los que hoy ejercen el ministerio.
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