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IV.- EL POST-CONCILIO Y LA CELEBRACIÓN "AD ORIENTEM".
Pese a que el Misal Romano, en cualquiera de sus tres ediciones oficiales (Editio Typica), contempla directamente la celebración Ad Orientem (aunque también contempla la celebración Versus Populum para algunas ocasiones), la puesta en marcha de la Reforma post-conciliar fue absolutamente diferente.
El mismísimo Misal contempla la necesidad de conservar los altares ya construidos, y, en recintos nuevos, la construcción de altares separados de la pared, para que puedan ser rodeados con facilidad al ser incensados, y para celebrar, en ocasiones, la Misa hacia el pueblo. Sin embargo, esta instrucción fue mal interpretada (horrorosamente): Los altares fueron lamentablemente destruidos en su gran mayoría, perdiéndose una copiosa y abundante fuente de espiritualidad y arte sacro. Así mismo, fueron construidos altares, que en su gran mayoría, son de mal gusto y carecen de las condiciones mínimas establecidas por el mismísimo Misal Romano.
Así mismo, la celebración Versus Populum tomó un particular protagonismo frente a la celebración Ad Orientem, siendo esta última relegada al olvido. Las razones prácticas que motivaron dicho cambio (las que se resumen, con bastante acierto, en: "Para que la gente pueda ver" y "porque lo antiguo está mal") en la orientación litúrgica no tienen realmente asidero alguno versus las implicancias teológicas que desencadenó y que hoy son absolutamente patentes en la celebración de la Santa Misa, Novus Ordo, alrededor del mundo entero.
Dicha instauración de la orientación "Coram Populo", y por ende, de una prohibición de facto de la orientación "Coram Deo", se ha mantenido durante todos los años posteriores a la reforma de 1970. Aunque han habido intentos de recuperar la orientación primigenia, estos intentos han fracasado, debido a la oposición tajante del clero, que en su gran mayoría, han vivido este proceso de "adaptación litúrgica".
V.- EL NUEVO MOVIMIENTO LITÚRGICO Y "EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA" DEL CARDENAL RATZINGER.
Sin embargo, las nuevas generaciones de sacerdotes, clérigos y laicos, ajenos a toda la debacle litúrgica y teológica del post-concilio, han revalorizado, desde su propia experiencia y desde el estudio de la liturgia, en su dimensión práctica, teológica y espiritual, han retomado los intentos para la revalorización de la orientación de la liturgia, que como diversos estudiosos han confirmado, corresponde a una orientación común de fieles y clérigos desde los comienzos de la Iglesia. La lejanía de las nuevas generaciones con las de quienes presenciaron y fueron partícipes (activos o expectadores) de los cambios litúrgicos de la reforma de la década del 70' y de sus consecuencias posteriores, ha contribuido enormemente a que los nuevos clérigos y los jóvenes laicos descubran, por si mismos, la importancia y el valor trascendental de tradiciones antiguas, las cuales forman parte de la Tradición Viva de la Iglesia. Han, por tanto, valorado dichas tradiciones, que no son "objetos y prácticas vetustas", sino que verdaderas fuentes de espiritualidad y desarrollo teológico del Misterio del Santo Sacrificio de la Misa.
Y, dado este escenario, los intentos por recuperar las tradiciones olvidadas (en muchos casos, olvidadas deliberadamente) han fructificado copiosamente, llegando a su cúlmen durante la última década.
En el año 2001, S.E. Joseph Cardenal Ratzinger publicó su obra litúrgica "El Espiritu de la Liturgia", en la cual hace un marcado hincapié en la recuperación de una Sagrada Liturgia en sintonía y fidelidad con la Tradición bimilenaria de la Iglesia.
En cuanto a lo directamente relacionado con la orientación litúrgica, hace un desarrollo brillante, donde resaltan los siguientes puntos, fundamentales para nuestro análisis y que representan puntos de base para el Nuevo Movimiento Litúrgico:
1.- "La orientación de la oración hacia el oriente es una tradición que se remonta a los orígenes y es la expresión fundamental de la síntesis cristiana de cosmos e historia, del arraigo de la unicidad de la historia de la salvación, de salir al encuentro del Señor que viene".
2.- Pese a la disposición originaria de la celebración "Ad Orientem", que se ve plasmada en las construcciones bizantinas, en Roma se fue desarrollando una disposición diferente, producto del acercamiento del Altar de la Basílica de San Pedro más cerca de la Sede Episcopal, de manera de celebrar el Santo Sacrificio sobre la Tumba del Apóstol, explicitando la venerable tradición de celebrar sobre la tumba de los mártires, que expresa de manera muy sugestiva la comunión de los Santos. Sin embargo, la Basílica estaba orientada hacia occidente, por lo que, para que la Liturgia fuera celebrada "Ad Orientem", era necesario que el Sacerdote enfrentara a los fieles ("Coram Populo").
3.- "La renovación litúrgica del recién acabado siglo ha hecho suya esta presunta posición del celebrante, para desarrollar una nueva idea de forma litúrgica", aludiendo una poco clara razón: "la formación de un circulo cerrado entre los fieles y el sacerdote", que según los reformadores, sería una forma más propicia para la participación de los fieles y que, además, constituiría una valoración de la supuesta conformación de la Última Cena.
4.- La Conformación "Versus Populum" se ha transformado en el estandarte de Batalla de la reforma post-conciliar, lo cual concuerda con la mutación hacia una "nueva idea de la esencia de la liturgia, en cuanto a comida comunitaria."
5.- Existió desde antiguo la noción de celebrar "Ad Orientem", siendo esto necesario no solo para el celebrante, sino que también para el . De hecho, citando a Bouyer: "Jamás y en ninguna parte se encontró anteriormente (es decir, antes del siglo XVI) ningún indicio de que se le concediera ni la más mínima importancia, o se le prestara siquiera atención, al hecho de si el sacerdote celebraba con el pueblo delante o detrás de él. [...] lo único a lo que se le daba importancia era que el sacerdote pronunciara la plegaria eucarística, al igual que las demás oraciones, en dirección al oriente". Por tanto, prevalece siempre la disposición, tanto del sacerdote como del pueblo, de la celebración "Ad Orientem", por sobre si se está de cara o de espalda a los fieles.
6.- Dicha conciencia se fue oscureciendo durante la modernidad, llegando a un desconocimiento total de dicho pensamiento. Incluso, con ello, es posible explicar el porqué se ha tildado a la celebración "Coram Deo", como una liturgia celebrada "Hacia la Pared" o "De espalda al pueblo".
7.- La disposición "Versus Populum" ha transformado la característica "Teocéntrica" de la Sagrada Liturgia, en una característica "Clerocéntrica", siendo el sacerdote el centro de la acción litúrgica: "De él depende todo. Es a él a quien hay que mirar, participamos en su acción; a él respondemos. Su creatividad es la que sostiene el conjunto de la celebración". Con ello, cada vez, pasa a primer plano la acción de la asamblea reunida, y de quienes participan en la acción litúrgica muy por sobre la atención hacia Dios, quien es sujeto principal de la acción Litúrgica.
8.- Es fundamental la orientación común al oriente. "La esencia del acontecimiento no es el círculo cerrado en sí mismo, sino la salida de todos al encuentro del Señor que se expresa en la orientación común".
9.- Es necesario reintroducir en la liturgia la dimensión escatológica que le fue quitada con la transformación de la orientación litúrgica. "La cruz debería estar en el centro del altar y ser el punto de referencia común del sacerdote y la comunidad que ora", ya que la orientación tiene directa relación con la señal del Hijo del Hombre, que corresponde a la Cruz.
Como vemos, el otrora Cardenal Raztinger hace una exhaustiva exposición de los argumentos que sustentan a la celebración "Ad Orientem" como verdadera Tradición Viva de la Iglesia, e introduce además, una idea bastante innovadora: En el caso de que no se pueda celebrar "Ad Orientem", que al menos se coloque la cruz al centro, de manera de restaurar el Oriente Litúrgico hacia la Cruz, punto central de atención del sacerdote y los fieles.
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