Los sacramentos son signos externos de la gracia interna, instituidos por Cristo para nuestra santificación. (Catechismus concil. Trident., n.4, ex S. Aug. "De Catechizandis rudibus").
En el sentido etimológico, la palabra latina “sacramentum” es un sustantivo que se deriva del adjetivo “sacer” – “sacra” – “sacrum” que significa algo que santifica (“res sacrans”) y equivale en griego a la voz “misterio” (cosa oculta, sacra, o secreta). En ellos se realiza la acción oculta de Dios que se revela en cada acto donde existe un compromiso del hombre frente a Dios. En un principio, el Plan de Dios para los hombres era algo oculto, es en Cristo donde se logra su total manifestación. La obra de Cristo es sacramental porque el misterio de salvación se hace presente bajo la acción del Espíritu Santo.
Por ello, Jesucristo instituye los sacramentos que “son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina” (Cat. n.1131). Ellos son un puente entre Dios y el hombre, donde se obtiene plena comunicación. Son signos sensibles de una realidad sagrada, espiritual, invisible – no se puede palpar la gracia – y trascendente. Mediante ellos, los fieles se unen a Dios y participan – de manera misteriosa y real – de la vida divina. Poseen una “eficacia” sobrenatural que hace posible que la gracia se produzca, no son algo que significa la gracia, sino que la producen.
Al haber sido confiados los sacramentos a la Iglesia, ellos son de la Iglesia Cat. n.1118. La Iglesia es considerada como sacramento de la acción de Cristo – que actúa en ella por medio del Espíritu Santo- y por ser signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad de todo el género humano. (Cfr. Vaticano II, Const. Lumen gentium, n.1). Por lo tanto, los sacramentos existen “por ella” y “para ella” porque son los que constituyen la Iglesia.
Lo que Cristo da en los sacramentos, por medio de la Iglesia y sus ministros, tiene su fundamento en los misterios de la vida de Cristo. Los sacramentos son las obras maestras de Dios.
La Iglesia – sacramento universal de salvación – es el signo visible de la presencia de Cristo presente entre los hombres. Cristo le da a su Iglesia los sacramentos – “maravillas de Dios” – y estos hacen que Ella cumpla con la misión de santificar, distribuyéndolos a los fieles, como camino hacia la santificación.
El número de los sacramentos son siete, no porque sea un número simbólico o sagrado, sino porque Cristo no instituyó ni mas ni menos. Todos tienen una materia y una forma, pues en todos hay algún objeto-gesto exterior y en todos hay unas palabras. En todo sacramento hay un ministro que lo confiere, debe ser el ministro legítimo para que Cristo actúe por él.
El Bautismo
En la historia de la Iglesia encontramos el uso del rito del bautismo desde el principio. Inicialmente se confería sólo a los adultos y se realizaba por inmersión (entrar y salir del agua o sea morir y resucitar a una nueva vida). Desde el siglo V D.C. se empezó a administrarlo también a los niños.
Anunciado por los profetas Ez. 36,25-28, "Derramaré sobre ustedes agua purificadora y quedarán purificados. Los purificaré de toda mancha y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Les quitaré del cuerpo el corazón de piedra y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y respeten mis órdenes. Habitarán en la tierra que yo di a sus padres. Ustedes serán para mí un pueblo y a mí me tendrán por su Dios."
El bautismo cristiano consiste en una determinada aplicación del agua sobre una persona, invocando a la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (o a Jesús solo, en algunas versiones del cristianismo), con el fin de hacer participar a quien lo recibe en la muerte y la resurrección de Jesucristo, constituyéndole: profeta, sacerdote y rey junto con Cristo, hijo(a) de Dios y heredero(a) de su Reino, e integrándole a la comunidad de la Iglesia, como miembro vivo del Cuerpo Místico de Cristo.
La Iglesia Católica define el sacramento del bautismo como: «Un signo sensible instituido por nuestro Señor Jesucristo para perdonar el pecado original y cualquiera otro que hubiese en el que se bautiza.»
Materia: agua verdadera y bendecida (fuera del caso de necesidad)
Forma: Las palabras, YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO.
Sujeto: la persona, (niño o adulto).
Ministro: el ordinario es el obispo, el sacerdote y el diácono. Mc 16,15-16; Mt 28,18-20; Jn 3,5-6; Mt 3,16.
La Confirmación
Está considerado entre los sacramentos de iniciación cristiana siendo recibido en segundo lugar (tras el bautismo) o en cuarto (tras la Penitencia y la Eucaristía) en la Iglesia católica, sacramento por el que las personas bautizadas se integran de forma plena como miembros de la comunidad.
La confirmación se efectúa mediante la imposición de manos y la unción con óleos sagrados.
Lc. 24, 49-53: "Ahora yo voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prometió. Por eso, quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de arriba. Jesús los condujo hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos se postraron ante él y volvieron muy alegres a Jerusalén, donde permanecían constantemente en el Templo alabando a Dios".
El Señor resucitado, antes de su Ascensión al cielo, exhorta expresamente a los apóstoles a que no salieran de Jerusalén, sino esperaran la promesa del Padre. Sólo la fuerza del Espíritu Santo los capacitaría para su función apostólica de testigos.
Materia: el sacramento de la Confirmación se administra por la unción con el crisma en la frente, que se hace con la imposición de las manos.
Forma: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo"
Ministro: El Obispo es ministro ordinario
Sujeto: Cristiano bautizado en gracia antes de recibirlo. "Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo" Hech 8,17
La Penitencia
Es el sacramento mediante el cual los cristianos reciben el perdón de Dios por sus pecados.
El catecismo de la Iglesia Católica menciona diversos nombres que ha tomado la penitencia. Son los siguientes:
-Sacramento de conversión, ya que es un signo de la conversión a la que el mismo Jesucristo ha llamado (cf. Lc 15 18).
-Sacramento de la confesión, pues una de sus partes principales es la confesión de los pecados cometidos por el penitente.
-Sacramento del perdón, pues a través de la absolución sacramental el penitente recibe el perdón de Dios.
-Sacramento de la reconciliación, pues junto al perdón de Dios se otorga la reconciliación con Dios (cf. 2 Cor 5 20) y con la Iglesia.
Toma también el nombre de penitencia porque ésta es la última parte del camino de conversión que, según la teología del sacramento, realiza el penitente para recibir el perdón de sus pecados.
El cristiano acude a él para:
-El perdón de los pecados.
-Obtener la fuerza para luchar contra infidelidades, costumbres torcidas, hábitos de rutina y dispersión, y tendencias incontroladas de concupiscencia y amor propio.
-Purificación interior.
-La firmeza de voluntad en su lucha por el Reino.
-Nuevas fuerzas para cumplir su misión.
El cristiano encuentra a Cristo en el sacerdote que administra los sacramentos in persona Christi.
Materia: Pecados mortales y aún los veniales.
Forma: Las palabras, "yo te absuelvo en nombre del padre del hijo y del espíritu santo" Jn 20, 22-23
Ministro: El presbítero o sea el sacerdote.
Sujeto: Toda persona bautizada.
La Eucaristía
(La Primera Comunión)
La verdad de la presencia real, corporal y substancia de Jesús en la Eucaristía, fue profetizada por el mismo Señor antes de instituirla, durante el discurso que pronunció en la Sinagoga de Cafarnaúm, al día siguiente de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. "Yo soy el pan de la vida, si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo os daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn.6,32-34, 51).
El signo externo del sacramento, son la materia (pan y vino) y las palabras de la consagración (forma).
Confiere la gracia, como afirma el mismo Cristo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".(Jn 6,54), o sea, la gracia, que es prenda de vida eterna.
Fue instituido por Jesucristo en la Ultima Cena, como consta repetidamente en la escritura: "Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a los discípulos, dijo: "Tomad y comed, esto ES mi cuerpo". Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: "Bebed de el todos, que esta ES mi sangre del Nuevo Testamento; que será derramada por muchos para remisión de los pecados". (Mt.26,26-28).
La materia para la confección de la Eucaristía es el pan de trigo y el vino de la vid. Esta es una verdad de fe definida en el Concilio de Trento.
Materia: pan de trigo ácimo, y el vino de uva puro.
Forma: Las palabras con las que Cristo en la cena entregó su cuerpo y su sangre a los apóstoles, tal como se han conservado en el Canon de la Misa. Mt 26,26.
Ministro: El sacerdote
Sujeto: Toda persona bautizada y en estado de gracia.
La Iglesia ordena en su tercer Mandamiento de La Santa Madre Iglesia, que al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección, todo cristiano con uso de razón debe recibir la Eucaristía. También hay que comulgar cuando se está en peligro de muerte.
"Si eres débil debes comulgar para volverte fuerte. Si has pecado mucho te conviene comulgar (después de confesarte bien) para que la presencia de Jesucristo te traiga fuerzas para no seguir pecando tanto. Si te domina el mal genio, al recibir en la comunión al que es "manso y humilde de corazón", El te irá contagiando de su bondad y su buen genio. Si tienes inclinación a la impureza y al vicio, la presencia en tu alma de Cristo el Cordero Inmaculado que jamás tuvo la más mínima mancha de pecado, te irá dando fortaleza hacia todo lo que es impuro, y amor por la virtud. Si te vence el orgullo, Jesús que es humilde te irá haciendo semejante a El. No comulgas por que ya eres santo, sino porque deseas llegar a la santidad. Y sin comulgar no lo lograrías quizá jamás." San Francisco de Sales
El Matrimonio
El matrimonio fue instituido por Dios y elevado a Sacramento por Cristo y que es un signo visible de la gracia. El Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Derecho Canónico lo define como una "alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole".
El sacramento del matrimonio es la presencia de Cristo, presencia sacramental. Es decir siendo el matrimonio un sacramento, se convierte en un medio de comunicación de la gracia de Dios. Es un camino para la salvación de los que lo integran. Como sacramento es un signo del amor y de la alianza de Cristo con su Iglesia. La finalidad del sacramento del matrimonio es la santificación de los esposos mediante: la Unión y la procreación y educación de los hijos. Es la manera de ayudarse mutuamente con la gracia de Dios en la realización de la propia vocación.
Materia: es el Si en cuanto donación total al otro.
Forma: es el Si en cuanto aceptación del otro cónyuge.
Ministros: son los mismos contrayentes.
Sujetos: el hombre y la mujer bautizados que cumplan con las condiciones para la validez del sacramento y que no sean impedidos por lo prescrito por el Derecho Canónico. Mt 5,32; Mt 19,6.
El Orden Sagrado
Consiste en la consagración de un varón al ministerio del servicio a la Iglesia, lo que le exige dedicación plena y libre disposición: toda persona consagrada, adquiera o no la plenitud de orden, lleva una vida sacerdotal.
La doctrina Católica indica que este sacramento se confiere a aquellos que, habiendo recibido un particular llamado de Dios y luego de haber discernido su vocación a la vida sacerdotal, son considerados idóneos para el ministerio pastoral correspondiente.
a) EL EPISCOPADO: o ministerio apostólico que se deriva directamente del ministerio de los apóstoles. El obispo es quien preside una comunidad de fieles, de la cual es también pastor. El posee el orden en toda su plenitud.
b) EL PRESBITERADO: este grado no llega a la cumbre del episcopado, sin embargo, los presbíteros (los que llamamos sacerdotes) están unidos a sus obispos en el sacerdocio, de ellos dependen en su ministerio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes participando, en su grado, del ministerio de Cristo, único mediador. 1 Tes. 2,5.
c)EL DIACONADO: es el grado inferior del orden sacerdotal. El diácono (que existe desde la Iglesia Apostólica) tiene las siguientes funciones:
-Administrar solemnemente el sacramento del Bautismo.
-Conservar y distribuir la Eucaristía.
-Bendecir los matrimonios.
-Llevar el viático a los enfermos.
-Leer a los fieles la Sagrada Escritura.
-Predicar.
-Bendición e imposición de las cenizas.
-Presidir los ritos funerales y sepelios (sin la celebración eucarística.
Un sacerdote es un hombre, elegido por Dios para servir a los hombres, en las cosas de Dios.
La Extremaunción
Se le da una gracia especial a los enfermos o ancianos, fortaleciendo y reconfortando al cristiano debilitado por la enfermedad, y lo prepara para el encuentro definitivo con Dios. Como los demás sacramentos, fue instituido por Jesucristo aunque no consta un momento preciso en el que lo hubiese delegado. Se suele indicar que el texto de la carta de Santiago como contexto de la función y efectos del sacramento: "¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5, 14-15).
Su finalidad es ayudar al enfermo a vivir cristianamente su período difícil: el sacramento produce el consuelo y la fortaleza del enfermo ante su enfermedad. Confiere el perdón de los pecados, en el caso de que no tenga conciencia de ellos, en caso contrario debe confesarse. Une sus sufrimientos a la pasión de Cristo, convirtiendo su mal físico en un bien redentor.
Institución:
Mc. 6,7
Mc 6,13
Santiago 5, 14.
Materia: Aceite consagrado por el Obispo o por el sacerdote en caso de necesidad.
Forma: Las palabras de la oración que acompaña la unción:
"Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén. St 5, 13-15
Ministro: Todo sacerdote.
Sujeto: El cristiano enfermo que reúna las condiciones prescritas por el código de derecho canónico.
-Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación.
-El perdón de los pecados. Se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.
-La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.
-Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.
-Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.
-El perdón de los pecados. Se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.
-La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.
-Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.
-Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.
Muy bueno, loq buscaba
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