Traducimos a continuación parte del artículo L’Abbaye Notre-Dame de Fontgombault : un exemple à suivre pour la « réforme de la réforme ("La Abadía Ntra. Señora de Fontgombault: un ejemplo a seguir para la "reforma de la reforma") publicado por Pro Liturgia hace ya un par de años.
[...] los monjes de las cuatro abadías fundadas por Fontgombault no celebran con el misal llamado "de San ío V" utilizado por los sacerdotes "tradicionalistas" y cuya última versión fue aprobada por [San] Juan XXIII en 1962. En la Misa conventual, los benedictinos celebran según el Ordo Missae de 1965. Los mismos liturgistas se han olvidado de que el papa Pablo VI publicó un nuevo Ordo aquel año (el cual fue muy bien recibido por Mons. Lefebvre). Ciertamente las simplificaciones que presentaba eran mínimas respecto a la Misa puramente "tridentina", pero ellas ameritan ser recordadas. Así, el Ordo de 1965 retomaba la antigua proclamación de las intenciones de rezar antes del ofertorio (oraciones universales), suprimió una parte de las "oraciones al pie del altar" así como el "último Evangelio" (Prólogo de San Juan), y preveía que aquello que era cantado por la schola o la asamblea no fuera repetido en privado por el celebrante. El Pater Noster era cantado por toda la asamblea junto al celebrante, práctica que se hacía desde varios años ya en las parroquias y que puede encontrarse hoy mismo en ciertos "inconidicionales" de la pura "forma extraordinaria" del rito romano. Pero sobre todo, el Ordo de 1965 retauraba el ritual de la concelebración que había sido abandonando en el transcurso de la Edad Media.
La concelebración, como se dijo, no es utilizada en la forma "extraordinaria" del rito romano revindicado por los incondicionales de la liturgia puramente tridentina o considerada como [salvo para los "casos" excepcionales, NDLR]. No obstante, las cosas podrían bien presentarse de una forma diferente en un futuro más o menos cercano.
En efecto, el viernes 7 de octubre de 2011, cerca de un millar de fieles se congregaron en la iglesia abacial de Fontgombault para la bendición del nuevo Padre Abad, sucesor del R. P. Dom Forgeot que había finalizado su carga después de 34 años de abad. Mons. Maillard, Arzobispo de Bourges, había aceptado entregar la mitra y la cruz al R.P. Dom Plateau, el nuevo abad. En esta ocasión, Mons. Maillard concelebró con otros cinco obispos así como con varios abades... según la forma de la liturgia romana definida por el Ordo de 1965.
La Mesa fue celebrada a viva voz, contrario a lo que se hace habitualmente en la forma "extraordinaria" stricto sensu del rito tomano. Los participantes de la celebración no dejaron de notar otro detalle, ornamental éste, pero significativo. Fueron muchos quienes, en efecto, apreciaron seguramente la "noble simplicidad" de los ornamentos litúrgicos que llevaban los ministros del altar: sacerdotes, diáconos, subdiáconos... Qué contraste con la acumulación de brocados de los ornamentos litúrgicos tan a menudo utilizados en las misas "tradicionalistas" de parroquia y en las cuales el "kitsch" evoca más fácilmente el caduco rococó --véase el estilo sulpiciano-- con aquellos de la auténtica tradición litúrgica. Aquel día en Fontgombault, por los numerosos clérigos presentes, latinos pero también orientales, la liturgia no fue más un signo de enfrentamiento. Un fiel poco informado tuvo dificultad varias veces para distinguir durante la celebración esta variante de la forma "extraordinaria", de la forma "ordinaria" del rito romano, dándole así la razón al Cardenal Ratzinger que subrayaba durante una conferencia realizada en ocasión del décimo anuversario del Motu proprio Ecclesia Dei que "un cristiano medio sin especial formación litúrgica mal podrá distinguir una misa cantada en latín según el antiguo Misal, de una misa cantada en latín según el nuevo Misal".
Se puede esperar que sea por medio de estas "experiencias" litúrgicas [...] que se consolidará el tan esperando movimiento de la "reforma de la reforma" de la liturgia. Movimiento que se situará por encima de los antagonismos estériles que dividen hoy también, en muchas parroquias, aquellos que quieren vivir el Concilio fuera de la Tradición y aquellos que creen poder conservar la Tradición poniéndola al margen de la vida eclesiástica del cual el Concilio es un componente. El movimiento de la "reforma de la reforma" de la liturgia está incontestablemente en marcha: el germen en los monasterios al ritmo de la oración contemplativa florecerá en las parroquias donde un sacerdote haya sabido comprender que la liturgia monástica, lejos de la agitación, es una gran escuela de la cual conviene inspirarse para elevar las almas hacia Dios.
Fuente original: aquí.
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