El caso es que tú estabas dentro de mí y yo fuera.
Y fuera te andaba buscando y,
como un engendro de fealdad,
me abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas.
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de ti aquellas cosas que,
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de ti aquellas cosas que,
si no existieran en ti, serían algo inexistente.
Me llamaste,
me gritaste,
y desfondaste mi sordera.
Relampagueaste,
Relampagueaste,
resplandeciste,
y tu resplandor disipó mi ceguera.
Exhalaste tus perfumes,
Exhalaste tus perfumes,
respiré hondo
y suspiro por ti.
Te he paladeado,
Te he paladeado,
y me muero de hambre y de sed.
Me has tocado,
Me has tocado,
y ardo en deseos de tu paz.
San Agustín
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