30 de abril de 2011

Ioannes Paulus II beatificationis



Mañana será beatificado Juan Pablo II, 264 sucesor del Apóstol Pedro. En tiempo record, el proceso de beatificación ha concluido satisfactoriamente. Fuera de lo común ha sido su comienzo, e incluso lo será la misma ceremonia: contrariamente a la costumbre restaurada en este Pontificado, será el mismo Benedicto XVI quien oficie el Rito.

Estos últimos días vimos correr ríos de "tinta virtual", interminables artículos y detallados discursos de defensores y detractores de la figura de Juan Pablo II. Clérigos y laicos, católicos e infieles, catedráticos y gente sencilla, se han expresado sobre el tema.

Más allá de la opinión personal que cada uno tenga del neo beato, no puede negarse que ha sido una de las figuras más destacadas del siglo XX, no solo para la Iglesia Católica, sino para el mundo entero. Prueba de ello fue la masiva concurrencia a sus exequias, como así también el insistente "Santo subbito!" coreado constantemente desde el instante mismo de su muerte.

Desde aquí, no podíamos pasar por alto este acontecimiento. La mayoría de los miembros del Capítulo Argentino de Juventutem nacimos, fuimos bautizados, recibimos instrucción religiosa y maduramos nuestra Fe Católica durante el Pontificado de Juan Pablo II. Nos enseñaron a rezar por él, a aprender de él, a respetarlo y a quererlo.

Particularmente, quien suscribe, reconoce que le ha quedado muy marcada en su memoria la imagen del Papa celebrando la Santa Misa con gran unción, su piedad al rezar de rodillas, su cálida sonrisa, o su sincero cariño por los niños y jóvenes.

En sus últimos años de su reinado lo vimos envejecer, y sobrellevar con entereza la cruz de la enfermedad. Su misma muerte en Primer Sábado, en la Vigilia de la Fiesta de la Divina Misericordia, es para muchos de nosotros un signo celestial.


A pesar de todo, no podemos ignorar las voces de aquellos que señalan puntos oscuros o al menos, "poco claros" en su Pontificado. Nosotros podemos también manifestar con pesar que al menos no comprendemos ciertas actitudes y silencios. Sin embardo sabemos también que los santos son seres humanos, que a pesar de sus defectos y pecados, llegaron finalmente a vivir heroicamente las virtudes cristianas.

Desde aquí nos oponemos firmemente a esos neo fariseos, falsos católicos, que con total descaro y soberbia se atreven a calificar a Juan Pablo II de hereje y apóstata. Y no contentos con ello, arremeten contra la Santa Sede acusándola de fraguar un proceso de beatificación, de inventar milagros y de silenciar a los disconformes.

Con la canonización, el Papa propone a la veneración pública a determinada persona. Más allá de las peripecias del proceso, es el mismo Pontífice, quien en ejercicio de su infalibilidad eleva a los altares al nuevo santo. ¿Qué sentido tendrían la canonizaciones si se admite la peregrina idea de que al Papa no lo asiste el Espíritu Santo en estos casos? ¿Acaso puede proponer el culto de dulía a un condenado? La beatificación, siendo un paso previo a la canonización, no deja de participar de esta infalibilidad.

Juan Pablo II promulgó el Motu Proprio Ecclesia Dei, por el cuál se encomendó a los obispos el hacer uso generoso de la facultad de autorizar la celebración de la Santa Misa de Siempre en sus diócesis. Él mismo fue quien el 18 de octubre de 1988 dio la aprobación a la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, a la cual Juventutem Internationalis está íntimamente unida.

Bienvenida sea su beatificación, que Dios bendiga al "papa polaco" y lo tenga en su seno por siempre!

Viva Cristo Resucitado! Viva el Papa! Viva la Santa Madre Iglesia!

Fiesta de la Divina Misericordia

Se celebra el primer domingo luego de Pascua.


Dios es Misericordioso y nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).

En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones... "porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil" (Diario, 742).

Santa Faustina Kowalska

Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

La escencia de la devoción
La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales:

1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor. Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: "Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina".

2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias. "Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad".

3. La misericordia define nuestra actitud ante cada persona. "Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia".

4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias. "Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio".

5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día. "Debes saber, hija mía que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas".

La Santa Sede decreta día de la Divina Misericordia. Una propuesta de Santa Faustina Kowalska para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia». Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril:
«En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».
Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización. Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus Encíclicas a la Divina Misericordia («Dives in misericordia»). Los apóstoles de la Divina Misericordia están integrados por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la misericordia en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina misericordia, e invocar la misericordia de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la Archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo. El decreto vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de Pascua y las lecturas del breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el misal y el rito romano.

Si el lector desea obtener una guía práctica del rezo, haga click en:

26 de abril de 2011

Aquí les dejo un video en el que Mons. Fellay, Superior de la FSSPX habla sobre los encuentros ecuménicos de Asís. Aunque el autor de este blog no está de acuerdo con los términos canónicos en que se encuentra dicha Fraternidad, encuentra interesante este video, donde se puede apreciar un análisis objetivo -excento por cierto de cualquier mensaje en contra de la Santa Sede, luego de una cuidadosa revisión- sobre estos encuentros y cuál es el rol de la Santa Madre Iglesia en ellos, como la única religión Verdadera.

Reitero mis posiciones con respecto a la FSSPX, aclarando que este blog no posee ninguna clase de vínculos con ella y que no recomienda la lectura de textos tendenciosos provenientes de sus adeptos ni sus reproducciones.


Por cierto, Mons. Fellay se dirige en inglés a la audiencia y tiene subtítulos en portugués. Si algún lector lo precisa, puede pedir aquí la traducción al castellano.

9 de abril de 2011

Liturgia de la Cuaresma

Liturgia de la Cuaresma
Sentido tradicional y actual.

Repasemos un poco de historia de la Cuaresma.
A mediados del siglo II se fijó un domingo como Pascua anual, aniversario de la Pasión de Cristo. Se relacionó con la Pascua judía, pero sin coincidir en el mismo día, ya que el Papa Víctor (189-198), después de una intensa controversia, fijó la Pascua cristiana en el domingo siguiente al 14 de Nisán, fiesta de la Pascua judía.

Síntesis histórica


La Cuaresma comenzó, embrionariamente, con un ayuno comunitario de dos días de duración: Viernes y Sábado Santos (días de ayuno), que con el Domingo formaron el “triduo”. Era un ayuno más sacramental que ascético; es decir, tenía un sentido pascual (participación en la muerte y resurrección de Cristo) y escatológico (espera de la vuelta de Cristo Esposo, arrebatado momentáneamente por la muerte).

Poco después la Didascalía habla de una preparación que dura una semana en la que se ayuna, si bien el ayuno tiene ya también un sentido ascético, es decir, de ayuno, abstinencia, sacrificio, mortificación.

A mediados del siglo III, el ayuno se extendió a las tres semanas antecedentes, tiempo que coincidió con la preparación de los catecúmenos para el bautismo en la noche pascual. Era un ayuno de reparación de tres semanas. Se ayunaba todos los días, excepto el sábado y el domingo.


A finales del siglo IV se extendió el triduo primitivo al Jueves, día de reconciliación de penitentes (al que más tarde se añadió la Cena Eucarística), y se contaron cuarenta días de ayuno, que comenzaban el domingo primero de la Cuaresma. Como la reconciliación de penitentes se hacía el Jueves Santo, se determinó, al objeto de que fueran cuarenta días de ayuno, comenzar la Cuaresma el Miércoles de ceniza, ya que los domingos no se consideraban días de ayuno. Así, la preparación pascual se alargó en Roma a seis semanas –también con ayuno diario, excepto los días indicados, es decir, sábados y domingos-, de las que quedaban excluidos el viernes y sábado últimos, pertenecientes al Triduo Sacro.

Pero a finales del siglo V, los ayunos tradicionales del miércoles y viernes anteriores a ese domingo primero de cuaresma cobraron tal relieve, que se convirtieron en una preparación al ayuno pascual.

Durante los siglos VI-VII varió el cómputo del ayuno. De este modo, se pasó de una Cuadragésima (cuarenta días: del primer domingo de cuaresma hasta el Jueves Santo, incluido), a una Quinquagésima (cincuenta días, contados desde el domingo anterior al primero de Cuaresma hasta el de Pascua), a una Sexagésima (sesenta días, que retroceden un domingo más y terminan el miércoles de la octava de Pascua) y a una Septuagésima (setenta días, ganando un domingo más y concluyendo el segundo domingo de Pascua). Este periodo tenía carácter ascético y debió introducirse por influjos orientales.

Esta evolución cuantitativa se extendió también a las celebraciones. En efecto, la Cuaresma más antigua en Roma sólo tenía como días litúrgicos los miércoles y los viernes; en ellos, reunida la comunidad, se hacía la “statio” cada día en una iglesia diferente. En tiempos de san León (440-461), se añadieron los lunes. Posteriormente, los martes y los sábados. El jueves vendría a completar la semana, durante el pontificado de Gregorio II (715-731).
Al desaparecer la penitencia pública, se expandió por toda la cristiandad, desde finales del siglo XI, la costumbre de imponer la ceniza a todos los fieles como señal de penitencia.


Por tanto, la Cuaresma como preparación de la Pascua cristiana se desarrolló poco a poco, como resultado de un proceso en el que intervinieron tres componentes: la preparación de los catecúmenos para el bautismo de la Vigilia Pascual, la reconciliación de los penitentes públicos para vivir con la comunidad el Triduo Pascual, y la preparación de toda la comunidad para la gran fiesta de la Pascua.
Como consecuencia de la desaparición del catecumenado (o bautismo de adultos) y del itinerario penitencial (o de la reconciliación pública de los pecadores notorios), la Cuaresma se desvió de su espíritu sacramental y comunitario, llegando a ser sustituida por innumerables devociones y siendo ocasión de “misiones populares” o de predicaciones extraordinarias para el cumplimiento pascual, en las que –dentro de una atmósfera de renuncia y sacrificio- se ponía el énfasis en el ayuno y la abstinencia.

Con la reforma litúrgica, después del Concilio Vaticano II (1960-1965), se ha hecho resaltar el sentido bautismal y de conversión de este tiempo litúrgico, pero sin perder la orientación del ayuno, la abstinencia y las obras de misericordia.

Sentido tradicional de la Cuaresma romana


La Cuaresma Romana tradicional tuvo un triple componente: la preparación pascual de la comunidad cristiana, el catecumenado y la penitencia canónica.

1. Primero, la preparación pascual de la comunidad cristiana.

Según san León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo que le dio Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”. Se trataba, por tanto, de un tiempo –introducido por imitación de Cristo y de Moisés- en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. Los variados ejercicios ascéticos que ponía en práctica tenían esta finalidad última y no eran fines en sí mismos.

San León Magno

2. Segundo, el catecumenado.

Según la Tradición Apostólica, el catecumenado comprendía tres años, durante los cuales el grupo de los audientes recibía una profunda formación doctrinal y se iniciaba en la vida cristiana. Unos días antes de la Vigilia Pascual, el grupo de los elegidos para recibir en ella el Bautismo, se sometía a una serie de ritos litúrgicos, entre los que tenía especial solemnidad el del sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.

Más tarde, la Iglesia desplazó su preocupación por los audientes a los electi. Estos se inscribían como candidatos al bautismo al principio de la Cuaresma. En ella recibían una preparación minuciosa e inmediata.

Pero a principios del siglo VI desapareció el catecumenado simple, se hicieron raros los bautismos de adultos, y los niños que presentaban para ser bautizados procedían de medios cristianos. Todo ello provocó una reorganización pre-bautismal.

Al principio había tres escrutinios, que consistían en exorcismos e instrucciones. En la segunda mitad del siglo VI son ya siete. Unos y otros estaban relacionados con la Misa. Primitivamente los tres escrutinios se celebraban los domingos tercero, cuarto y quinto de Cuaresma. Después se desplazaron a otros días de la semana. En esos escrutinios se preguntaba sobre la preparación de los catecúmenos.

Desde esta perspectiva, es fácil comprender que la preparación de los catecúmenos y su organización modelase tanto la liturgia como el espíritu de la Cuaresma. De hecho, los temas relacionados con el bautismo permearon la liturgia cuaresmal. De otra parte, la comunidad cristiana, aunque ayunaba sin olvidar a los penitentes, lo hacía pensando sobre todo en los catecúmenos.

La evolución posterior de la preparación bautismal trajo consigo que los escrutinios se desligasen completamente de la liturgia cuaresmal, provocando una nueva reorganización. Sin embargo, el mayor cambio afectó a la cuaresma misma, que pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una revisión profunda de su vida cristiana y a prepararse, mediante una auténtica conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la perspectiva abierta por la institución penitencial y el catecumenado, con menoscabo de la teología bautismal.


3. Tercero, la penitencia canónica.

La reconciliación de los penitentes sometidos a la penitencia canónica se asoció al Jueves Santo. Por este motivo, los penitentes se inscribían como tales el domingo primero de Cuaresma. A lo largo del período cuaresmal recorrían el último tramo de su itinerario penitencial entregados a severas penitencias corporales y oraciones muy intensas, con las que ultimaban el proceso de su conversión. La comunidad cristiana les acompañaba con sus oraciones y ayunos. Como quiera que los penitentes participaban parcialmente en la liturgia, es lógico que en ésta quedara reflejada la situación de los penitentes.

La imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonios penitenciales de la liturgia cuaresmal.


Espero que este artículo les haya dejado una muestra de la bimilenaria Tradición de la Santa Madre Iglesia, tan descuidada en nuestros días.